El objetivo del seminario virtual dictado por FEHGRA fue ayudar a concientizar sobre la importancia de la accesibilidad para que los establecimientos del sector puedan recibir a cualquier cliente sin importar su capacidad física y social. En el mundo hay más de 1.000 millones de personas con discapacidad.

el día miércoles, FEHGRA organizó el Seminario “Accesibilidad Hotelera, Principios Arquitectónicos y Humanos de un Hotel Inclusivo”, dictado por la doctora Betina Anzilutti, directora de Nõun Eventos y Capacitación Ejecutiva, y especialista en Turismo Accesible. Hubo más de 250 inscriptos de todo el país.

La bienvenida al encuentro virtual estuvo a cargo de Georgina Frutos, representante patagónica en el Departamento de Capacitación y Formación Profesional de la Federación, a cargo de Belén García Bertone, quien dijo: “En nuestros hoteles vendemos servicios, en un contexto con turistas cada vez más exigentes, por eso lo mejor es la capacitación, especialmente de un tema tan sensible”.

Con gran calidez, claridad y profesionalismo, Betina Anzilutti destacó la importancia de la iniciativa de FEHGRA para la difusión del tema, y explicó que hablar de establecimientos accesibles es hablar de la creación de entornos que tengan en cuenta las necesidades de todos. Hoy se concibe la accesibilidad bajo el enfoque de que cualquier persona debe poder disponer y utilizar las edificaciones, servicios o productos en igualdad de condiciones que los demás.

Mil Millones

Desde Santa Fe Capital, Betina Anzilutti captó durante más de una hora la atención de todo el auditorio. Explicó que no todas las limitaciones son del mismo tipo: hay personas que tienen que desplazarse en silla de ruedas, otras poseen la visión o la audición reducida o nula, hay quienes no llegan a la altura estándar. También hay personas con discapacidad mental, que se divide en intelectual y psíquica. Y se suman las personas con capacidad restringida, que son los adultos mayores, las embarazadas, las mamás con cochecitos o las personas con obesidad.

Según datos de la Organización Mundial de la Salud, más de mil millones de personas, o sea alrededor del 15% de la población mundial, tienen algún tipo de discapacidad. La disertante indicó que 1 de cada 7 personas nace con una discapacidad, por eso, los hoteles accesibles no son un lujo, son una necesidad: “Si los hoteles no son accesibles por empatía, deben hacerlo por una cuestión comercial”, indicó.

Aportó otro concepto concreto: “Un huésped con discapacidad gasta en promedio en Latinoamérica 260 dólares más por día que otros turistas. En Europa duerme dos noches más en el hotel que alguien sin discapacidad, en promedio. Las estadías suelen multiplicarse por dos porque raramente viaja solo. Y además si se siente bien tratado en una ciudad amigable, recomienda a su entorno”. Un huésped maltratado multiplicará por 8 su comentario negativo.

Por otra parte, la especialista expresó que los hoteles son la segunda imagen de un destino turístico, luego de las líneas aéreas en los aeropuertos; si no hay un hotel accesible e inclusivo no hay cómo atraer a los multiclientes y tener una demanda todo el año.

Barreras

Para empezar a hablar del tema, es bueno decir que las personas con discapacidad deben batallar con dos barreras, las físicas, que pueden ser urbanísticas, edilicias, en los medios de transporte, etc.; y las mentales, es decir, los prejuicios. Las barreras humanas implican destrato por no saber actuar en consecuencia, ya sea por desconocimiento o miedo para interactuar con este colectivo, mecanismo de defensa frecuente en el staff de un hotel o restaurante.

Betina Anzilutti enumeró cada uno de los posibles destratos que las personas con discapacidad pueden vivir en un establecimiento: infantilizar, invisibilizar, rechazar, recibir una ayuda invasiva o ver gestualidad inapropiada.

Diseñados para todos

Un hotel accesible es aquel que, sin diferenciar qué cantidad de estrellas posee, su edificio y staff garantizan el disfrute pleno del huésped independientemente de su condición física o mental.

Por eso, deben tener pasillos o corredores libres de obstáculos, con medidas como para mover con comodidad sillas de ruedas; recepción accesible, con dos planos diferenciados, uno de ellos aptos para personas con sillas de rueda o baja estatura; señalética apropiada, que incluya letras en braille. El staff debe ayudarlos a entrar y salir de vehículos, con las puertas del ascensor, con la carga de los paquetes de compra. Siempre la ayuda debe ser ofrecida y aceptada, nunca espontanea o no solicitada. Es ideal que algún empleado hable lengua de señas. También es buena idea aceptar a perros de apoyo tanto emocional como físico.

La especialista agregó: “Para transformar sus establecimientos en accesibles se necesita actitud, aptitud y sentido común”. Y como buena docente, alertó: “Nos seguimos equivocando al hablar de discapacidad. No se dice discapacitado, sino persona con discapacidad, ya que discapacitado es alguien que no tiene capacidad”.